CÓDIGO ATC:
L04A A01.
INDICACIONES TERAPÉUTICAS:
Se utiliza en trasplantes de riñón, hígado, corazón, corazón-pulmón, pulmón, páncreas o médula ósea. Está demostrado que frena las reacciones del organismo frente a tejidos “extraños”, previene el rechazo y asegura un buen funcionamiento del órgano trasplantado o médula ósea.
También se utiliza en el tratamiento de algunos tipos de enfermedades de origen autoinmune como son: uveitis, psoriasis, síndrome nefrótico, artritis reumatoide y dermatitis atópica.
FARMACOCINÉTICA Y FARMACODINAMIA:
La ciclosporina se distribuye ampliamente fuera de la sangre. En la sangre, se distribuye de la siguiente manera: 33-47% en el plasma, 4-9% en los linfocitos, 5-12% en los granulocitos y 41-58% en los eritrocitos. En el plasma, alrededor de 90% del medicamento se une a las proteínas, sobre todo las lipoproteínas.
La ciclosporina es objeto de una extensa biotransformación que da lugar a unos 15 metabolitos. No hay una única vía metabólica principal. La eliminación se realiza principalmente por la vía biliar y sólo 6% de la dosis oral se elimina en la orina y apenas 0.1% se elimina en la orina en forma intacta.
Los datos relativos a la vida media de eliminación terminal de la ciclosporina muestran una gran variabilidad según el ensayo utilizado y la población examinada. La vida media terminal varió de 6.3 horas en voluntarios sanos a 20.4 horas en pacientes con graves enfermedades hepáticas.
La ciclosporina (también denominada como ciclosporina A) es un polipéptido cíclico compuesto de 11 aminoácidos. Es un potente inmunosupresor que en los animales prolonga la sobrevida de los alotrasplantes de piel, corazón, riñón, páncreas, médula ósea, intestino delgado o pulmón. Los estudios indican que la ciclosporina inhibe el desarrollo de las reacciones mediadas por células, incluso la respuesta inmunitaria al aloinjerto, la hipersensibilidad cutánea retardada, encefalomielitis alérgica experimental, artritis por adyuvante de Freund, enfermedad del injerto contra el huésped (EICH) y la producción de anticuerpos dependiente de las células T.
En las células, inhibe la producción y la liberación de linfocinas, incluida la interleucina 2 (factor de crecimiento de células T, TCGF). Según parece, la ciclosporina bloquea los linfocitos en reposo en la fase G0 o G1 del ciclo celular, e inhibe la liberación de linfocinas, desencadenada por el antígeno, por parte de las células T activadas.
Los datos disponibles indican que la ciclosporina actúa de manera específica y reversible en los linfocitos. A diferencia de los agentes citostáticos, no deprime la hematopoyesis ni ejerce ningún efecto sobre la función de las células fagocíticas.
REACCIONES ADVERSAS:
Muy frecuentes (al menos 1 de cada 10 pacientes):
Alteración del correcto funcionamiento de los riñones, presión sanguínea elevada, temblor, dolor de cabeza, exceso de lípidos en sangre (por ejemplo colesterol).
Frecuentes (al menos 1 de cada 100 pacientes):
Alteración del correcto funcionamiento del hígado, sensación anormal de la sensibilidad en general, pérdida de apetito, náusea, vómitos, dolor abdominal, diarrea, hinchazón de las encías, exceso de ácido úrico en sangre, exceso de potasio en sangre, disminución de magnesio en sangre, calambres musculares, dolor muscular, más vello en el cuerpo o cara del habitual, cansancio.
Poco frecuentes (al menos 1 de cada 1,000 pacientes):
Convulsiones, confusión, desorientación, capacidad de respuesta disminuida, agitación, falta de sueño, alteraciones de la visión, pérdida de visión, estado de inconsciencia, parálisis incompleta, falta de coordinación, anemia moderada, disminución del número de plaquetas, erupciones de la piel, hinchazón y aumento de peso.
Raras (al menos 1 de cada 10,000 pacientes):
Afectación de los nervios motores, inflamación del páncreas, aumento excesivo de azúcar en sangre, debilidad muscular, enfermedad muscular, alteración menstrual y aumento de las mamas en el hombre.
Muy raras (menos de 1 por cada 10,000 pacientes):
Inflamación en el fondo del ojo que puede estar asociada con un incremento en la presión dentro de la cabeza (hipertensión intracraneal benigna) y deterioro visual.
PRECAUCIONES Y ADVERTENCIAS:
La ciclosporina deberá ser prescrita sólo por médicos con experiencia en el tratamiento con inmunosupresores, que puedan proporcionar un adecuado seguimiento, lo cual comprende la realización de exploraciones físicas completas de forma periódica, la determinación de la presión arterial y el control de los parámetros de inocuidad de laboratorio. Los pacientes con trasplante que reciban este medicamento deberán ser supervisados en locales dotados de un equipo de laboratorio adecuado y de personal médico de apoyo. El médico responsable del tratamiento de mantenimiento deberá recibir toda la información necesaria a los fines del seguimiento del paciente.
Al igual que otros inmunosupresores, la ciclosporina eleva el riesgo de contraer linfomas y otras neoplasias malignas, sobre todo de neoplasias de la piel. El riesgo elevado parece guardar relación con el grado de inmunosupresión y la duración de ésta más que con la utilización de agentes específicos. Por consiguiente, se debería tener cautela al aplicar un régimen terapéutico a base de varios inmunosupresores pues podrían sobrevenir trastornos linfoproliferativos y tumores de órganos sólidos, que pueden conducir a la muerte.
En vista del riesgo potencial de neoplasia maligna, debe advertirse a los pacientes tratados con ciclosporina que eviten la exposición excesiva a los rayos ultravioleta.
A semejanza de otros inmunosupresores, la ciclosporina predispone al paciente a contraer bacteriosis, micosis, parasitosis y virosis, con frecuencia asociadas a patógenos oportunistas. Por consiguiente, para evitar desenlaces fatales, se deben tomar medidas preventivas y terapéuticas, especialmente en los pacientes en tratamiento prolongado con varios inmunosupresores.
Durante las primeras semanas de tratamiento con ciclosporina podría presentarse frecuentemente aumento de las concentraciones de creatinina y la urea que pueden constituir complicaciones graves. Estos cambios funcionales son dependientes de la dosis y reversibles y suelen responder a una reducción de la dosis. En los tratamientos prolongados, el riñón del paciente podría experimentar cambios orgánicos (por ejemplo, fibrosis intersticial) que, en los pacientes con trasplante renal, deben distinguirse de los cambios debidos al rechazo crónico. La ciclosporina también puede causar aumentos dosis-dependientes y reversibles de la bilirrubina plasmática y, a veces, de las enzimas hepáticas. Se vigilarán de cerca las variables que valoran la función renal y hepática. Las cifras anómalas podrían requerir de una reducción de la dosis.
En ancianos, la función renal debe vigilarse con especial cuidado.
Para supervisar los niveles de la ciclosporina en la sangre total, se debe utilizar de preferencia un anticuerpo monoclonal específico (para la valoración del compuesto original); asimismo se puede utilizar un método de HPLC, que también permite valorar el compuesto original. Si se usa plasma o suero, debe seguirse un protocolo de separación convencional (tiempo y temperatura). Para la supervisión inicial de los pacientes con trasplante hepático, o bien se usará el anticuerpo monoclonal específico, o bien se efectuarán determinaciones paralelas usando el anticuerpo monoclonal especifico y el anticuerpo monoclonal no específico, a fin de estar seguros de que la posología proporciona la inmunosupresión adecuada.
Debe recordarse que la concentración de ciclosporina en sangre, plasma o suero es sólo uno de los muchos factores que contribuyen al cuadro clínico del paciente. Por lo tanto, los resultados sólo deberán servir de pauta terapéutica en relación con otras variables clínicas y de laboratorio.
Es necesario un control periódico de la presión arterial durante el tratamiento con ciclosporina; en caso de hipertensión, debe instituirse un tratamiento antihipertensivo adecuado.
En raras ocasiones, la ciclosporina puede inducir un ligero aumento reversible de los lípidos sanguíneos, por lo tanto, es aconsejable valorar los lípidos antes del tratamiento y al cabo del primer mes de terapia. Si llegara a aumentar la concentración de lípidos, se pensará en restringir las grasas alimentarias y, si procede, en reducir la dosis.
La ciclosporina aumenta el riesgo de hiperpotasemia, especialmente en los pacientes con disfunción renal. También se requiere cuidado al coadministrar la ciclosporina con diuréticos ahorradores de potasio, inhibidores de la enzima convertidora de la angiotensina, antagonistas de los receptores de la angiotensina II y fármacos que contengan potasio, así como en los pacientes que sigan un régimen rico en potasio. En estos casos es aconsejable controlar las concentraciones de potasio.
La ciclosporina aumenta la depuración de magnesio. Ello puede acarrear una hipomagnesemia sintomática, especialmente en el periodo de peritrasplante. Así pues, se recomienda controlar las concentraciones plasmáticas de magnesio en el periodo de peritrasplante, sobre todo en presencia de síntomas o signos neurológicos. Si se estima necesario, pueden administrarse suplementos de magnesio.
Se ejercerá cautela al tratar los pacientes con hiperuricemia.
Durante el tratamiento con la ciclosporina, las vacunaciones pueden ser menos eficaces; debe evitarse el uso de vacunas vivas atenuadas.
Debe tenerse precaución al coadministrar el lercanidipino y la ciclosporina (véase Interacciones medicamentosas y de otro género).
CONTRAINDICACIONES:
No tome ciclosporina
Si es alérgico (hipersensible) a la ciclosporina o a cualquiera de los demás componentes de la fórmula.
Si padece una enfermedad autoinmune (artritis reumatoide, psoriasis, síndrome nefrótico, uveítis endógena, dermatitis atópica) y tiene algún problema de riñón o presión sanguínea elevada y que no puede ser controlada.
Si padece psoriasis y está recibiendo otros medicamentos inmunosupresores cuya función es la de controlar el sistema inmune de su organismo, rayos UVA o UVB, alquitrán de hulla o radioterapia.
INTERACCIONES:
Interacciones con los alimentos: la ingestión simultánea de jugo de toronja aumenta la biodisponibilidad de la ciclosporina.
Interacciones farmacológicas: más abajo se enumeran los fármacos que interaccionan con la ciclosporina, cuyas repercusiones clínicas e interacciones medicamentosas están debidamente documentadas.
Se conocen distintos agentes que pueden aumentar o disminuir las concentraciones plasmáticas o sanguíneas de la ciclosporina mediante la inhibición o la inducción de las enzimas implicadas en el metabolismo de la ciclosporina, en particular las enzimas del citocromo P-450.
Fármacos que disminuyen la concentración de ciclosporina: barbitúricos, carbamazepina, fenitoína, nafcilina, sulfadimidina I.V., rifampicina, octreotida, probucol, orlistat, Hypericum perforatum (hierba de San Juan), triclopidina, sulfinpirazona, terbinafina, bosentán.
Fármacos que aumentan la concentración de ciclosporina: los antibióticos macrólidos (principalmente eritromicina y claritromicina), ketoconazol, fluconazol, itraconazol, diltiazem, nicardipino, verapamilo, metoclopramida, anticonceptivos orales, danazol, metilprednisolona (dosis alta), alopurinol, amiodarona, ácido cólico y sus derivados, y los inhibidores de la proteasa, imatinib, colchicina.
Otras interacciones farmacológicas importantes: se debe ejercer cautela cuando ciclosporina se utiliza con otros fármacos que presentan sinergia nefrotóxica, a saber, aminoglucósidos (incluidas la gentamicina y tobramicina), amfotericina B, ciprofloxacina, vancomicina, trimetoprima (+ sulfametoxazol), antiinflamatorios no esteroides (incluidos diclofenaco, naproxeno y sulindaco) melfalán, antagonistas de los receptores H2 de histamina (por ejemplo, cimetidina, ranitidina), metotrexato.
Debe evitarse la coadministración con tacrolimús debido al aumento del riesgo de nefrotoxicidad.
La coadministración de nifedipino y ciclosporina puede aumentar la frecuencia de hiperplasia gingival con respecto a la frecuencia registrada con ciclosporina sola.
Después de la coadministración de ciclosporina y lercanidipino, se triplicó el ABC de este último, mientras que el ABC de ciclosporina aumentó 21%. Por lo tanto, se recomienda precaución al coadministrar ciclosporina junto con el lercanidipino (véase Precauciones generales).
El uso simultáneo del diclofenaco y ciclosporina aumenta significativamente la biodisponibilidad del diclofenaco, lo cual puede acarrear una insuficiencia renal reversible. El aumento de la biodisponibilidad del diclofenaco se debe muy probablemente a la reducción del gran efecto de primer paso al que se ve sometido. No cabe esperar un aumento de la biodisponibilidad de los antiinflamatorios no esferoides que sufren un pequeño efecto de primer paso (por ejemplo, el ácido acetilsalicilico) cuando éstos se administran a la par que ciclosporina.
La ciclosporina puede reducir la depuración de digoxina, colchicina, prednisolona e inhibidores de la HMG-CoA reductasa (estatinas).
En varios pacientes que tomaban digoxina se observó una grave toxicidad digitálica en los días siguientes al inicio de la administración de la ciclosporina. También varios informes describieron la capacidad de ciclosporina de potenciar los efectos tóxicos de la colchicina como miopatía y neuropatía, sobre todo en pacientes con disfunción renal. Si se utilizan digoxina o colchicina junto con ciclosporina, se requiere una estricta observación clínica para permitir la detección precoz de las manifestaciones tóxicas de la digoxina o la colchicina, y la reducción de la dosis o suspensión del tratamiento.
En la literatura médica y durante la farmacovigilancia se han informado casos de miotoxicidad que pueden incluir mialgia y adinamia, miositis y rabdomiólisis con la coadministración de ciclosporina con lovastatina, simvastatina, atorvastatina, pravastatina y raramente, fluvastatina. Cuando se coadministran con ciclosporina, debe reducirse la dosis de estas estatinas según las recomendaciones de la información de prescripción. Puede ser necesario suspender temporal o definitivamente el tratamiento con estatinas en pacientes que presentan signos o síntomas de miopatía o factores de riesgo que predisponen a lesiones renales graves, como insuficiencia renal secundaria a la rabdomiólisis.
En los estudios que utilizaron everolimus o sirolimus combinados con dosis normales de ciclosporina para microemulsión se observaron elevaciones de la creatinina sérica. Este efecto fue generalmente reversible reduciendo la dosis de ciclosporina.
Everolimus y sirolimus sólo tuvieron una influencia mínima en la farmacocinética de la ciclosporina. La coadministración de ciclosporina aumenta significativamente las concentraciones sanguíneas de everolimus y sirolimus.
Se requiere precaución al coadministrar medicamentos ahogadores de potasio (por ejemplo, diuréticos ahorradores de potasio, inhibidores de la enzima convertidora de la angiotensina, antagonistas de los receptores de angiotensina II) o medicamentos que contienen potasio, ya que pueden provocar aumentos importantes de las concentraciones séricas de potasio.
Recomendaciones: si no se puede evitar el uso simultáneo de fármacos que interaccionan con ciclosporina, se deben observar las siguientes recomendaciones básicas:
Durante el uso concurrente de un fármaco que pueda presentar sinergia nefrotóxica debe vigilarse estrechamente la función renal (especialmente la creatinina sérica). Si se observa una notoria alteración de la función renal, se debe reducir la posología del fármaco coadministrado o se debe pensar en administrar otro tratamiento.
En portadores de injertos se han señalado casos aislados de trastornos importantes pero reversibles de la función renal (con elevaciones consecuentes de la creatinina sérica) después de la coadministración de derivados del ácido fíbrico (por ejemplo, bezafibrato, fenofibrato).
Por lo tanto, debe vigilarse de cerca la función renal de tales pacientes. En caso de trastorno grave de la función renal debe suspenderse la coadministración.
Medicamentos que se sabe que reducen o aumentan la biodisponibilidad de la ciclosporina: en los pacientes trasplantados es necesario efectuar determinaciones frecuentes de las concentraciones de ciclosporina y, de ser necesario, ajustar la dosis, sobre todo durante la introducción o el retiro del medicamento coadministrado. En los demás pacientes, es discutible la utilidad de vigilar las concentraciones sanguíneas de ciclosporina pues no está tan bien establecida la relación entre las concentraciones sanguíneas y el efecto clínico en tales pacientes.
Si se coadministran medicamentos que se sabe que aumentan las concentraciones de ciclosporina, puede ser más adecuado valorar frecuentemente la función renal y vigilar de cerca los efectos secundarios de la ciclosporina, en lugar de medir las concentraciones sanguíneas.
Debe evitarse la coadministración de nifedipino en pacientes que desarrollan hiperplasia gingival como efecto secundario de la ciclosporina.
Los antiinflamatorios no esteroides con un importante metabolismo de primer paso (por ejemplo, diclofenaco) deben administrarse con dosis más bajas de las que se emplearían en pacientes no tratados con ciclosporina.
La coadministración de digoxina, colchicina o inhibidores de la HMG-CoA reductasa (estatinas) con ciclosporina requiere una estricta observación clínica para permitir la detección precoz de las manifestaciones tóxicas de los medicamentos y la reducción de la dosis o suspensión del tratamiento.
RESTRICCIONES DE USO DURANTE EL EMBARAZO Y LA LACTANCIA:
Solo deberá tomar ciclosporina durante el embarazo si su médico se lo receta específicamente. Por ello, antes de tomar este medicamento, comunique a su médico si usted está embarazada o si se queda embarazada durante el tratamiento.
No dé el pecho mientras dure el tratamiento con ciclosporina.
SOBREDOSIFICACIÓN Y TRATAMIENTO:
No hay antecedentes de intoxicaciones agudas con la ciclosporina podría ocurrir disfunción renal, que debería desaparecer al retirar el medicamento. En general y si procede, deben adoptarse medidas de apoyo generales. La eliminación sólo se puede lograr mediante medidas no específicas, como el lavado gástrico, pues la ciclosporina no es dializable en grado alguno ni tampoco se elimina correctamente por hemoperfusión con carbón activado.
DOSIFICACIÓN Y VÍA DE ADMINISTRACIÓN:
Vía de administración: oral.
Siga exactamente las instrucciones de administración de ciclosporina indicadas por su médico. Consulte a su médico o farmacéutico si tiene dudas.
Tome ciclosporina como le haya indicado su médico. El determinará la dosis que usted necesita. La frecuencia, así como la cantidad que debe ser tomada por el paciente puede variar, fundamentalmente según el tipo de indicación para la cual su médico le ha prescrito ciclosporina y también dependiendo si se trata del inicio de tratamiento o de su mantenimiento.
Por lo tanto, no todos los pacientes en tratamiento con ciclosporina lo toman en la misma cantidad y con la misma frecuencia.
En cualquier caso, para que el tratamiento tenga éxito, se deben seguir estrictamente las instrucciones del médico. Bajo ningún concepto se tomará más o menos de la dosis prescrita o se interrumpirá el tratamiento, salvo que su médico así se lo indique.
Mantenga las cápsulas dentro de su envase hasta que vaya a tomarlas.
Al abrir el envase que contiene las cápsulas percibirá un olor característico que es totalmente normal.
Trague las cápsulas enteras, sin masticar, con una vaso de agua.
La duración del tratamiento será establecida por su médico.
PRESENTACIÓN:
Caja conteniendo 1 frasco de vidrio de 50 mL + pipeta dosificadora e instructivo anexo.
RECOMENDACIONES SOBRE ALMACENAMIENTO:
Consérvese en lugar fresco y seco a no más de 30°C.
LEYENDA DE PROTECCIÓN:
Mantener este y todos los medicamentos fuera del alcance de los niños.